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Para algunas personas, hacer la limpieza, significa apilar todo, para otros es la peor actividad que les pueden poner a hacer y otros hacen las tareas domésticas con el fin de evadir cualquier otra labor.
Sin embargo, limpiar nuestro hogar no tiene por qué ser una pesadilla. Una vez que entiendas la psicología que hay detrás de esta labor, encontrarás la manera de hacerla mucho mejor y más rápido.
1.El que limpia “paso a pasito”
Nunca tiene tiempo, ese es el problema, así que las sesiones de limpieza son de 10 minutos. Recuerda que mientras más limpies, más fácil será, entonces no permitas que las tareas del hogar sean un problema, cada actividad que realices, hazla de forma ordenada pensando en mantenerlo limpio, por ejemplo, si te lavas los dientes, enjuaga la pasta de dientes que cae en el lavabo; haz una lista de las tareas que debes realizar para que no te olvides de realizar ninguna.
No es el principal fan de la limpieza y cree que apilar papeles o ropa en una silla en lugar de doblarlas o colgarlas, es sinónimo de limpiar. Su casa se podrá ver ordenada, pero en algún momento tendrá que hacer un poco más. Te sugerimos que compres productos de limpieza con aromas que te motiven para que así odies un poco menos ese momento de hacer limpieza.
El que limpia por frustración, porque nadie le ayuda y todo lo hace de malas. Claro, hacer limpieza cuando uno se enoja es una forma saludable de descargar la ira, sobre todo es mucho mejor que romper cosas o gritarle a alguien. Como hacer limpieza es un trabajo físico podrás canalizar tu molestia hacia labores que has ido postergando; lo importante es que no lo hagas siempre enojado, sino asociarás la limpieza con sentimientos negativos.
Su casa está tan limpia que podría comer hasta en el mismo piso, el problema es que si algo cayera al suelo, lo limpiaría inmediatamente con todos los artículos de limpieza existentes. Este tipo de personalidad podría ser buena, hasta que lo llevan al extremo. Trata de relajarte un poco, no pasa nada si la ropa no está doblada exactamente como tú lo harías; coloca en un contenedor lo básico para que esté listo en cualquier momento y puedas darte el lujo de delegar las tareas del hogar a otros miembros de la familia.
Suele ser más común en las personas que trabajan desde casa, pero también a aquellos que no saben decir que “no” a alguna invitación a la que no desean asistir, o bien, una tarea que les está costando realizar y en lugar de hacerla, prefieren ordenar la alacena o tender las camas.
Te sugerimos establecer tus prioridades, ponerte tiempos y mantenerlos. En lugar de esconderte tras un trapo, sé honesto diciendo que prefieres no ir a tal lugar.
Todo el tiempo está limpiando… Hasta que ya no lo hace para nada. Trata de mantener un espacio totalmente pulcro, pero cuando este comienza a estar desordenado se da por vencido y espera un nuevo “ataque” de limpieza. Son perfeccionistas y todo debe ser a su manera o en caso contrario sentirá que todo se ha arruinado.
Te aconsejamos arreglar un poco por la mañana, antes de salir a trabajar, así sentirás que hiciste algo por mantener limpio tu espacio. Semanalmente coordina un día de limpieza con la familia y a cada miembro asígnale una labor.
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